La ratita
presumida
Había una vez una ratita que era muy presumida.
Estaba un día barriendo la puerta de su casa cuando se encontró con
una moneda de oro. En cuanto la vio empezó a pensar lo que haría con
ella: - Podría comprarme unos caramelos…
pero mejor no, porque me dolerá la barriga. Podría comprarme unos
alfileres… no tampoco, porque me podría pincharme… ¡Ya sé! Me
compraré una cinta de seda y haré con ella unos lacitos.
Y así lo hizo la ratita. Con su lazo en la cabeza y su lazo en la
colita la ratita salió al balcón para que todos la vieran. Entonces
apareció por ahí un burro:
- Buenos días ratita, qué bonita estás.
- ¿Te quieres casar conmigo?
- ¿Y qué harás por las noches?
- ¡Hiooo, hiooo!
- Uy no no, que me asustarás
El burro se fue triste y cabizbajo y en ese momento llegó un gallo.
- Buenos días ratita, qué bonita estás. -
¿Te quieres casar conmigo?
- ¿Y qué harás por las noches?
- ¡Kikirikíiii, kikirikíiiii!
- ¡Ah no no! Que me despertarás
Entonces llegó su vecino, un ratoncito que estaba enamorado de ella.
- Buenos días ratita, qué bonita estás.
- Gracias pero no puedo entretenerme a hablar
El ratoncito se marchó abatido y entonces llegó el señor
gato.
- Buenos días ratita, qué bonita estás. -
¿Te quieres casar conmigo?
- ¿Y qué harás por las noches?
- ¡Miauu, miauu!, dijo el gato con un maullido muy dulce
- ¡Claro que sí, contigo me quiero casar!
El día de antes de la boda el señor gato le dijo a la ratita que
quería llevarla a comer al bosque. Mientras el gato preparaba el
fuego, la ratita cogió la cesta para poner la mesa y…
-¡Pero si la cesta está vacía! Y sólo hay un tenedor
y un cuchillo… ¿Dónde estará la comida?
- ¡Aquíií! ¡Tú eres la comida! - dijo el gato abalanzándose sobre
ella. Pero afortunadamente el ratoncito, que
había sospechado del gato desde el primer momento, los había seguido
hasta el bosque. Así que al oír a la ratita gritar, cogió un
palo, le pegó fuego metiéndolo en la hoguera y se lo acercó a la
cola del gato. El gato salió despavorido gritando y así logró salvar
a la ratita.
- Gracias ratoncito
- De nada ratita. -
¿Te quieres casar conmigo?
- ¿Y qué harás por las noches?
- Dormir y callar dormir y callar
Y la ratita y el ratoncito se casaron y fueron muy felices.
Moraleja
¿Quién se casaría con alguien que
conoce de un momento a otro? El gato se presento como el mejor
postulante, pero fue el peor.
Esta es una decisión importante en
la vida, no hay que precipitarse en elegir. Es mejor estar solo que
mal acompañado.
No hay que fiarse de la fachada
exterior de las personas, pueden ser muy malas cuando las conoces de
verdad… así que, no hay que precipitarse al tomar decisiones.
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